Ecografía tiroidea: hallazgos clave en patología nodular y difusa

La ecografía tiroidea es el estudio inicial de elección para evaluar alteraciones estructurales de la tiroides. Su alta resolución, fácil acceso y ausencia de radiación la convierten en una herramienta esencial para el diagnóstico y seguimiento.
Patología nodular: evaluación precisa y sistemática
Los nódulos tiroideos son hallazgos frecuentes en la práctica clínica. La ecografía permite caracterizarlos en cuanto a forma, bordes, ecogenicidad, microcalcificaciones y vascularización. Estas características, organizadas en escalas como TI-RADS, orientan el riesgo de malignidad y ayudan a decidir si se requiere biopsia por aspiración (BAAF).
Los nódulos benignos suelen tener apariencia espongiforme, bordes bien definidos y carecen de calcificaciones. En cambio, los hallazgos sospechosos incluyen forma más alta que ancha, márgenes irregulares y microcalcificaciones.
Patología difusa: señales ecográficas clave
La ecografía también detecta alteraciones difusas, como las que aparecen en la tiroiditis de Hashimoto o en la enfermedad de Graves. En estos casos, el parénquima se observa heterogéneo, con áreas hipoecoicas y aumento del tamaño glandular. El Doppler puede mostrar un patrón de vascularización aumentado, conocido como “tormenta tiroidea”.
Rol en el seguimiento y la toma de decisiones
Además de diagnosticar, la ecografía sirve para monitorear la evolución de la enfermedad. También evalúa la respuesta al tratamiento y permite detectar recurrencias. Su uso es clave para guiar procedimientos como la BAAF o terapias mínimamente invasivas.
La ecografía tiroidea es fundamental para valorar la patología nodular y difusa. Su aplicación sistemática mejora la precisión diagnóstica y facilita decisiones clínicas más seguras y oportunas.