Arteritis temporal: contribución de la imagen al diagnóstico temprano
La arteritis temporal, también conocida como arteritis de células gigantes, es una vasculitis que afecta principalmente a las arterias craneales, en especial a la arteria temporal superficial. Por lo general, se presenta en adultos mayores y puede ocasionar complicaciones graves, como pérdida visual irreversible. Por ello, el diagnóstico temprano resulta esencial para iniciar tratamiento con corticoides y prevenir secuelas.
Manifestaciones clínicas
Los pacientes suelen presentar cefalea intensa localizada en la región temporal, sensibilidad en el cuero cabelludo, claudicación mandibular y alteraciones visuales. A menudo, se asocia con síntomas sistémicos como fiebre, fatiga o pérdida de peso. Sin embargo, el cuadro clínico puede ser inespecífico, por lo que la imagenología desempeña un papel clave en la confirmación diagnóstica.
Contribución de la imagen
1. Ecografía Doppler
La ecografía Doppler se considera la técnica inicial de elección. Gracias a su alta sensibilidad, permite identificar el característico signo del halo, que corresponde al engrosamiento hipoecoico de la pared arterial por inflamación. Además, su naturaleza no invasiva y su disponibilidad la convierten en una herramienta ideal para la valoración inicial.
2. Angio-TC y Angio-RM
Cuando los hallazgos ecográficos no son concluyentes, la angio-TC o la angio-RM proporcionan una visión más amplia del compromiso vascular. De hecho, estas modalidades permiten evaluar la extensión de la inflamación hacia arterias carótidas o vertebrales y descartar aneurismas.
3. PET-CT
El PET-CT con 18F-FDG puede detectar actividad inflamatoria en fases tempranas, incluso antes de que aparezcan alteraciones estructurales visibles en otras técnicas.
Conclusión
La imagenología moderna ha transformado el abordaje de la arteritis temporal, facilitando diagnósticos más rápidos y precisos. En definitiva, el uso combinado de ecografía, angio-TC, angio-RM y PET-CT permite confirmar la inflamación vascular y orientar el tratamiento adecuado. Por tanto, la integración clínica e imagenológica es clave para prevenir complicaciones irreversibles como la ceguera.



