Displasia broncopulmonar: cómo contribuyen las imágenes al diagnóstico
La displasia broncopulmonar (DBP) es una enfermedad pulmonar crónica que afecta principalmente a recién nacidos prematuros con necesidad prolongada de oxígeno o ventilación mecánica. Su diagnóstico es clínico, pero la imagenología es clave para confirmar hallazgos, evaluar complicaciones y guiar el seguimiento.
¿Qué es la displasia broncopulmonar?
Es una alteración del desarrollo pulmonar provocada por daño alveolar, inflamación e interrupción del crecimiento normal del pulmón. Suele presentarse en neonatos con síndrome de dificultad respiratoria, especialmente aquellos con bajo peso al nacer o expuestos a oxígeno de forma prolongada.
Estudios por imagen más utilizados
Radiografía de tórax:
Es el estudio inicial más común. En etapas tempranas puede mostrar un patrón de opacidades difusas. Con el tiempo, es típico observar hiperinsuflación, áreas de fibrosis, atelectasias y cambios quísticos. Sirve para monitorear la evolución y descartar infecciones asociadas.
Tomografía computarizada (TC):
Se reserva para casos seleccionados. Permite una evaluación más detallada del parénquima pulmonar, mostrando engrosamiento septal, áreas de atrapamiento aéreo y lesiones quísticas. Es útil en el diagnóstico diferencial con otras enfermedades intersticiales o malformaciones congénitas.
Rol de la imagen en el manejo clínico
La imagenología no solo apoya el diagnóstico inicial, sino que también es fundamental para vigilar la progresión, evaluar exacerbaciones y descartar complicaciones como infecciones, neumotórax o hipertensión pulmonar.
En el contexto neonatal, la imagen torácica se convierte en una herramienta clave para entender y manejar la displasia broncopulmonar de forma integral.