Trauma facial: fracturas orbitarias y su diagnóstico por imagen

Trauma facial: fracturas orbitarias y su diagnóstico por imagen

El trauma facial representa una de las causas más frecuentes de consulta en urgencias, especialmente tras accidentes de tránsito, agresiones o caídas. Dentro de este grupo, las fracturas orbitarias ocupan un lugar relevante debido a su impacto funcional y estético. Por ello, el diagnóstico por imagen resulta esencial para una valoración precisa y un tratamiento adecuado.

Anatomía y mecanismo de lesión

La órbita es una estructura ósea compleja formada por varios huesos del cráneo y la cara. Debido a su configuración, las paredes orbitarias son delgadas y susceptibles a fracturarse ante un impacto directo. Los mecanismos más comunes incluyen golpes con objetos contundentes o aumento brusco de la presión intraorbitaria, que puede provocar la clásica fractura “blow-out”.

Métodos de diagnóstico por imagen

1. Radiografía simple
Aunque ofrece una valoración inicial rápida, su sensibilidad es limitada. Por lo tanto, se utiliza principalmente cuando no se dispone de tomografía.

2. Tomografía computarizada (TC)
La TC constituye el método de elección. Permite identificar con claridad las líneas de fractura, desplazamientos óseos y la afectación de estructuras adyacentes. Además, las reconstrucciones multiplanares y tridimensionales brindan información detallada para planificar la cirugía.

3. Resonancia magnética (RM)
La RM complementa la evaluación cuando se sospechan lesiones de partes blandas, atrapamiento muscular o compromiso del nervio óptico. Asimismo, evita radiación y aporta una excelente caracterización tisular.

Hallazgos relevantes

Entre los signos más comunes se encuentran el enfisema subcutáneo, el desplazamiento del contenido orbitario hacia los senos paranasales y el atrapamiento del músculo recto inferior, que puede generar diplopía.

Conclusión

El diagnóstico oportuno mediante técnicas de imagen adecuadas permite valorar la extensión de las fracturas orbitarias, prevenir complicaciones y guiar el manejo quirúrgico. En definitiva, la tomografía computarizada sigue siendo la herramienta más precisa, mientras que la resonancia magnética aporta información complementaria sobre tejidos blandos y pronóstico funcional.