Tomografía de cráneo en pacientes con accidentes cerebrovasculares
La tomografía de cráneo es una herramienta esencial en la evaluación de pacientes que han sufrido un accidente cerebrovascular (ACV). Este tipo de estudio por imagen detecta de manera rápida y precisa alteraciones en la estructura cerebral, lo que es crucial para determinar el tipo de ACV—ya sea isquémico o hemorrágico—y guiar el tratamiento adecuado.
En casos de ACV isquémico, donde el flujo sanguíneo al cerebro se ve interrumpido por un coágulo, la tomografía de cráneo puede mostrar áreas de hipodensidad. Con ello, indica la presencia de tejido cerebral dañado debido a la falta de oxígeno. Detectar estas áreas a tiempo es importante para decidir si el paciente es candidato para terapias como la trombólisis, que puede disolver el coágulo y restaurar el flujo sanguíneo.
En el caso de un ACV hemorrágico, la tomografía es igualmente crítica, ya que permite identificar la localización y extensión de la hemorragia cerebral. Esto ayuda a tomar decisiones rápidas sobre la necesidad de intervenciones quirúrgicas para evacuar el hematoma y reducir la presión intracraneal, previniendo daños adicionales al tejido cerebral.
Además de su utilidad diagnóstica, la tomografía de cráneo también es valiosa en el monitoreo de la evolución del ACV. Repetir el estudio en el tiempo permite evaluar la respuesta al tratamiento y detectar posibles complicaciones, como edema cerebral o nuevas hemorragias.