Síndrome compartimental: diagnóstico y seguimiento por imagen

El síndrome compartimental es una urgencia médica caracterizada por el aumento de la presión dentro de un compartimento osteofascial, lo que compromete la perfusión y puede generar daño irreversible en músculos y nervios. Si no se identifica y trata de forma temprana, puede evolucionar hacia necrosis, contracturas y pérdida funcional de la extremidad.
Diagnóstico clínico e imagenológico
El diagnóstico inicial es fundamentalmente clínico: dolor desproporcionado, tensión en el compartimento, déficit sensitivo y motor progresivo. Sin embargo, en escenarios atípicos o en pacientes inconscientes, las técnicas de imagen se convierten en herramientas valiosas.
- Ultrasonido (US): permite evaluar el grosor y ecogenicidad muscular, detectar edema y descartar colecciones. Además, con el Doppler se puede valorar flujo vascular y descartar causas asociadas como trombosis venosa profunda.
- Resonancia magnética (RM): es la modalidad de elección para caracterizar el compromiso muscular. Muestra hiperintensidad en secuencias T2 o STIR compatible con edema, realce difuso tras la administración de contraste y alteraciones en la arquitectura muscular. Es clave para diferenciar entre cambios agudos y crónicos.
- Tomografía computada (TC): menos utilizada, pero útil en situaciones de trauma complejo con fracturas múltiples. Puede evidenciar aumento de volumen muscular y colecciones asociadas.
Seguimiento por imagen
La imagen no solo apoya el diagnóstico, sino también el seguimiento en fases posteriores:
- En la evolución aguda, la RM permite identificar zonas de necrosis y guiar decisiones quirúrgicas.
- A mediano plazo, ayuda a evaluar la recuperación del músculo y detectar secuelas como fibrosis o atrofia.
- En el seguimiento crónico, documenta complicaciones como las contracturas de Volkmann o la pérdida de volumen muscular residual.
El síndrome compartimental continúa siendo una urgencia de diagnóstico clínico. Sin embargo, la imagenología ofrece información esencial en casos complejos, en el seguimiento de la viabilidad muscular y en la valoración de secuelas. Reconocer sus hallazgos permite optimizar la atención, mejorar el pronóstico funcional y reducir complicaciones a largo plazo.